domingo, 13 de marzo de 2011

Conclusión

Es probable que todos ustedes estén informados de las evidencias que demuestran el valor de la meditación y de la conciencia plena (Mindfulness), o sea, la práctica de la vivencia del presente sobre el estrés, mejorando de esa manera la salud.

Toda la "Tesis sobre el Self", título de este trabajo, es un marco teórico que resulta muy útil para comprender los beneficios de dicha práctica.

Reforzando el "Yo como experiencia" obtenemos dos beneficios fundamentales: Por una parte conseguimos que no esté tan presente en la mente nuestro "Yo como objeto", o sea, la consciencia de todo tipo de características personales, el lastre del pasado con sus inseguridades, miedos, conflictos e identidad personal, la cual hace que nos sintamos demasiado aparte de los demás y de nosotros mismos.

Por otra parte, facilitamos el desarrollo del "Yo como sujeto", el cual seria el "programa" insertado en cada uno para ser actualizado lo más posible, siguiendo sus anhelos de amor, poder y libertad infinitos.

Amor, Poder y Libertad; todo lo cual sólo podemos alcanzar infinitesimalmente a lo largo de esta vida. Esto último nos "obliga" de alguna manera a creer que habrá otra vida o un más allá, o tal vez el logro de alguna utopía donde podamos satisfacerlo plenamente.

Rafael San Andrés Renedo

El inconsciente "yo como sujeto" como impulsor del cambio


Parece ser que no somos todo lo proactivos que creíamos. Sí, hacemos cambios, proyectamos y vamos trazando un camino en nuestra vida, pero es el inconsciente "Yo como sujeto" quien va realizando todo el proceso.

Creemos que decidimos, pero es el "Yo como sujeto" que nos corresponde quien va decidiendo, incluso antes de ser nosotros mismos conscientes de ello.

El fortalecimiento del "Yo como experiencia" parece liberar los procesos naturales del "Yo como sujeto" y es por eso que , ejercitando nuestra consciencia del presente, nos podemos encontrar que nuestra vida va cambiando más aceleradamente, siguiendo los designios ya trazados por el "Yo como sujeto".

Es impresionante, no somos "nada", sólo un proceso del que somos testigos, nada más.

Habrá que profundizar sobre este apunte, y aclarar exactamente lo que quiero decir, porque es bastante contraintuitiva la idea de que somos en el fondo un testigo de una vida que se va desarrollando delante de nuestros ojos.

Siempre hemos creído, y seguimos creyendo, que es un consciente y consistente único "Yo" quien la dirige.

Rafael San Andrés Renedo

La gloria no le pertenece a nadie en particular


Hay tres vías que nos llevan a la gloria; el amor, el poder y la libertad, anhelos del espíritu del ser humano, al que yo de manera prosaica le llamo "Yo como sujeto".

El espíritu nos envuelve a todos, a todos los seres humanos sin excepción.

Siempre es el mismo, el mismo anhelo repartido a trocitos entre todos nosotros.

Cada uno tiene su trocito y éste nos conecta con todos los demás.

Somos todos parte de un gran "Yo como sujeto" al que todos pertenecemos.

Tal vez debería llamarle "Nosotros como espíritu" en vez de "Yo como sujeto"

No existe el yo individual, todos somos interdependientes y participamos y componemos el mismo Todo.

El individualismo es una ilusión, el gran pecado que nos expulsó del Paraíso.


Rafael San Andrés Renedo

Una reflexión tras el curso sobre mindflulness


Ha sido un fin de semana intenso. Viernes y Sábado de cursillo con Andrés Martín Asuero sobre Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR), organizado por la Fundación EDE de Bilbao.

Mi cabeza aún está elaborando lo recibido e ilusionado con todo lo que me ha aportado para seguir con mi Tesis sobre el Self ("Yo como sujeto", "Yo como objeto y "Yo como experiencia")

Es posible que seáis vosotros los únicos testigos de mi epopeya sobre mis esfuerzos de investigación para describir la esencia de los componentes básicos del Self.

Eso es igual, mi investigación me apasiona y es el proceso lo que importa.

Por otra parte, si me sirve para dar explicaciones a mis pacientes, con eso será suficiente.

Lo curioso, como comentaba yo en el cursillo, es que todos venimos a ser lo mismo, un soplo de vida que anhela ser feliz.

Sin embargo nos cuesta Dios y ayuda hacer aquellas cosas que nos pueden aportar felicidad. Como lo son el ejercicio físico, cualquier práctica de relajación o mindfulness, por ejemplo.

También nos apartamos a veces de la gente...¿por qué nos aislamos cuando es justo la relación con los demás lo que nos enriquece?

Tal vez miseria llame a miseria y felicidad a felicidad.

Tal vez sea cuestión de romper círculos viciosos y transformarlos en círculos virtuosos...

Rafael San Andrés Renedo

La exploración del inconsciente


Lo inconsciente lo tenemos a mano aquí y ahora. No es necesario remontarnos al pasado ni a nada especialmente misterioso o tremebundo.

Todos los aspectos que se nos escapan del presente se hallan en la zona oscura del "Yo como experiencia". Sólo hay que abrir los ojos a aquello que se nos presenta en cada momento.

La conciencia del presente se nos escapa o bien porque nuestra atención vaga en una especie de ensimismamiento, en recuerdos, en ensoñaciones o simplemente por un estrechamiento de la conciencia que hace que la atención se centre en aspectos muy concretos de lo que se nos presenta o nos interesa.

En estas condiciones gran parte de lo que va sucediendo aquí y ahora se oculta en esa especie de sombra subsconsciente, la cual debemos explorar e ir descubriendo con cada ejercicio para fortalecer el "Yo como experiencia", o sea, la plena consciencia de lo que va ocurriendo tanto en el mundo exterior como en nuestro propio cuerpo, aspectos que nos van surgiendo en la experiencia inmediata del presente.

Sólo recordar que el presente no es algo estático, sino un ir deslizándose en el tiempo de forma dinámica, pero siempre con una sensación de inmediatez, algo que intuitivamente diferenciamos tanto del pasado ("Yo como objeto") como del futuro ("Yo como sujeto").

Rafael San Andrés Renedo

sábado, 12 de marzo de 2011

No podemos confiar en los recuerdos


Está demostrado que la memoria sufre de distorsiones, y los recuerdos, por ese motivo, no son todo lo fiables que hasta ahora hemos creído.

El empeño de hurgar en el pasado no es muy productivo, la verdad, y debemos dejarlo en un mundo de penumbras que no debemos transitar.

Todo aquello que el pasado sedimentó en nuestro pecho o en nuestra zona abdominal se encuentra actualizado en el presente en forma de sensaciones internas, profundas, íntimas y dolorosas en muchas ocasiones.

Lo peor es asustarse por esos sentimientos. Al aceptarlos y hacerlos parte de nuestro presente se diluyen con el tiempo.

Es más, yo recomendaría incluirlos en los ejercicios de toma de conciencia del presente como una parte más que percibimos en el aquí y en el ahora.

Los beneficios es de esperar que sean más rápidos y efectivos que ese zambullirse en un pasado movedizo que nos lleva a confusión.

En todo caso las revisiones del pasado deben ser cortas, precisas y contundentes. Allí donde haya alguna duda deberemos seguir hacia adelante y anclarnos de nuevo en nuestro "Yo como experiencia"

Rafael San Andrés Renedo

Un secreto para disminuir su ansiedad inmediatamente


Póngase de pie

Sea plenamente consciente de sus pies y sienta cómo se clavan en el suelo.

Apriete bien los puños y diga por dentro...

"La ansiedad no importa"

Inspire profundamente y deje salir el aire a través de una lenta espiración

Notará que de inmediato su ansiedad ha disminuido notablemente.

A partir de ahí, si lo desea, puede seguir con los ejercicios para fortalecer la conciencia del presente ("Yo como experiencia")

Rafael San Andrés Renedo

¿Estoy Angustiado? (pequeño ejercicio)


Algo hay que hacer...

A ver...una inspiración, una lenta espiración y una buena zambullida en el momento presente.

Vamos a surfear cada instante y nos vamos a impregnar de todas las sensaciones que vayan llegando a cada uno de nuestros sentidos abiertos al mundo, incluido nuestro cuerpo.

Ah, y sin juicio alguno. Por ejemplo, yo me suelo quejar del chaval de arriba que no se cansa del chun chun del bacalao, pero ahora nada, hasta eso lo recibo sin juzgarlo y me sumerjo en el ahora. No pasa nada.

Vuelvo a inspirar y espiro mientras siento como me voy relajando.

Siento todo mi cuerpo y después cada parte de él, y si noto en alguna parte alguna tensión, la suelto, la dejo ir y paso revista a cada uno de los sentidos.

Cierro los ojos y escucho todos los sonidos, cercanos y lejanos. Estoy así un ratito y abro los ojos y percibo pasivamente todas las formas y colores que se presentan ante mi vista. Lo miro todo como si fuera la primera vez.

Paso mi mano por encima de la mesa y siento el tacto, soy la sensación táctil para convertirme seguidamente en un olor, el olor de estas flores que están sobre mi mesa.

"Hola, flores, yo os atiendo y vosotras me dais vuestro olor. Nos fundiremos en una única experiencia"

Ahora creo que me voy a comer un poco de chocolate, pero os aseguro que sentiré cada segundo, muy conscientemente, las sensaciones del chocolate en mi boca.

Este tipo de ejercicios van fortaleciendo el "Yo como experiencia". Cuanto más nos asentemos en él la confusión será menor.

Rafael San Andrés Renedo

Estado semiconsciente


Desde que nos despertamos hasta que no nos volvemos a dormir creemos que estamos en estado consciente.

Sin embargo la palabra más exacta para definir el estado en el que nos solemos encontrar durante el día debería ser: estado semiconsciente

Aunque hemos delineado los distintos yoes: "Yo como sujeto" "Yo como objeto" y "Yo como experiencia", normalmente interfieren unos con otros y el estado de consciencia en el que nos hallamos durante el día suele ser una mezcla entre éstos.

Por definición es el "Yo como experiencia" quien percibe plenamente el presente, es la consciencia del aquí y el ahora, sin embargo paralela y simultaneamente, los otros yoes, el "Yo como objeto" y el "Yo como sujeto" provocan una imagen desdibujada, deformada y distorsionada del presente; los estímulos del ahora van acompañados en cierta manera de recuerdos, temores, imágenes internas, pensamientos de futuro, deseos, etc., todo lo cual empaña la actividad adecuada del "Yo como experiencia".

Se podría decir que tanto el "pasado" como el futuro" no nos dejan ver con propiedad y completa claridad lo que tenemos en frente en este mismo instante.

Será necesario abundar en este fenómeno de interferencia inadecuada entre los distintos yoes, pero por el momento tal vez un pequeño cuento pueda aclarar lo que estoy intentando explicar:

"Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo:
Me han dicho que tú eres sabio.... Dime algo que haces que te lleva a serlo.

El anciano le contestó: Como cuando como, duermo cuando duermo, y hablo contigo cuando hablo contigo.

Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre.

Yo no lo veo así, le replicó el anciano.

Pues cuando duermes estas pensando en los problemas que tuviste durante el día o podrás tener cuando te levantes. Cuando comes estas pensando en lo que vas a hacer luego y cuando hablas conmigo estas pensando en que preguntarme o responderme antes de que yo termine.

El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida." (Anthony de Melo)

Acabamos de explicar lo que hemos denominado "Yo como experiencia" y me gustaría terminar por dejar clara la diferencia entre el "Yo como objeto" y "Yo como sujeto", los cuales suelen interferir con el "Yo como experiencia" provocando el estado semiconsciente.

Cuando decimos "EGO" estamos hablando del "Yo como objeto", con sus limitaciones como lo es, por ejemplo, el egocentrismo prácticamente insalvable.

Pero que las limitaciones sean insalvables no quiere decir que no se "revele" contra ello lo que hemos denominado "Yo como sujeto", o sea, el anhelo de amor, poder y libertad infinitos.

No nos conformamos con menos, no nos conformamos con nuestros límites y condicionamientos "terrenales", aunque superficial y aparentemente adoptemos una actitud de madura resignación, que no digo que esté mal para una mejor adaptación, pero suponemos que por debajo, y sin que pueda ser visto, siempre subyace el espíritu (Yo como sujeto)... ¡que aspira al Todo!


Rafael San Andrés Renedo

"Yo como experiencia " en las relaciones interpersonales


Ya hemos explicado que el "Yo como experiencia" somos nosotros como un punto o ente que es consciente en el aquí y el ahora, que recibe los estímulos sensoriales visuales, auditivos, olfativos, táctiles, propioceptivos, emocionales y hasta el gusto en el momento que uno está viviendo.

Somos la consciencia abierta a la realidad externa, a lo que vamos sintiendo o percibiendo segundo a segundo, ajenos a nuestra identidad, mundo imaginario, deseos que podamos albergar etc.

Seria similar a la consciencia del resto de los animales.

Ahora bien, hasta ahora hemos contemplado el "Yo como experiencia" en situación de soledad física pero ¿qué ocurre cuando estamos con alguien? ¿qué ocurre con el "Yo como experiencia" cuando estamos en una interacción personal?

En este último caso, la realidad es sobre todo la persona con la que estamos interactuando. Los sentidos están abiertos a lo que percibimos en el otro y dejamos el resto del mundo físico en un segundo plano.

Fortalecer el "Yo como experiencia" mientras estamos relacionándonos significa ser conscientes de los estímulos que el otro nos envía. Su voz, sus gestos, contacto si lo hubiera, la imagen que el otro proyecta, postura, y por último, por contradictorio que parezca...¡lo que nos dice!

Sí, amigos, lo que el otro nos comunica de forma verbal viene a ser menos de el 10% de su comunicación real. Por lo tanto, estar abierto al presente mientras estamos con alguien, es estar abierto sobre todo a los aspectos no verbales que reciben nuestros sentidos por parte de la otra persona.

Gracias a nuestras neuronas espejo, podemos reflejar hasta los estados emocionales de la persona con la que estamos interactuando, podemos sentirlo.

Por lo tanto estar en el aqui y en el ahora, o sea, actualizar nuestro "Yo como experiencia" cuando estamos con alguien, significa estar atentos a su imagen, tono de voz, gestos, postura y, sobre todo, expresión facial, y todo ello siendo conscientes también de nuestro cuerpo y reacciones emocionales que pudiéramos tener. Siempre atendiendo, por supuesto, a lo que nos está diciendo la otra persona.

Rafael San Andrés Renedo

La voluntad


Es necesaria la voluntad para llevar a cabo aquello que pensamos que es bueno para nosotros o el grupo al que pertenecemos.

Algunas veces necesitamos realizar cambios o iniciar nuevos hábitos que creemos positivos. Para ello nos ayudamos de la consciencia.

El primer ejercicio es fortalecer la consciencia. Concretamente la conciencia del presente.

Pero debemos tener claro que el fortalecimiento de la conciencia del presente nos ayudará, porque si no no tendríamos la voluntad suficiente para realizar los ejercicios adecuados para fortalecerla.

Por eso es importante disponer de un buen marco teórico sobre el que apoyar las ideas que apuntalarán la nueva actividad (los ejercicios), la cual será impulsada por la voluntad.

Debido a nuestra complicación de tener nosotros esos otros yoes ("Yo como objeto" que atiende a nuestro pasado y el "Yo como sujeto" que atiende a nuestro futuro), se ha producido un alejamiento o disminución de la sensibilidad del presente (Yo como experiencia) para arrojarnos a una "empanada" mental. Una especie de marasmo de identidades en conflicto, miedos imaginarios y deseos insaciables, todo lo cual genera la neurosis del ser humano que sufre desde que lo es.

Necesitamos retomar nuestra capacidad de estar aquí y ahora, reforzar la consciencia, porque ésta tiene, entre otras, las siguientes funciones:

"Ser conscientes del momento nos da ventajas como el aprendizaje, adaptación del comportamiento, búsqueda de la novedad. Elegimos entre las opciones de apareamiento que se nos presentan, podemos evitar a los depredadores y estar realmente presentes en las relaciones sociales. Sobre todo nos ayuda a escuchar" (Bernard Baars)

Pero como todo, si queremos realizar un cambio, si queremos aumentar nuestra capacidad de atención, abriendo todos nuestros sentidos al presente, debemos practicar, y esto requiere voluntad.


Rafael San Andrés Renedo

El secreto está en el "Yo como experiencia" (Consciencia del presente)


¿ Estamos a tiempo de ser felices ?

Yo diría que la mayor parte de nosotros posponemos nuestra felicidad para el futuro.

Cuando encuentre pareja...

Cuando me jubile...

Cuando tenga el dinero para comprarme una buena casa...

Cuando mi nación sea independiente...

Cuando cambiemos de presidente...

Cuando consiga esto, lo que sea, que tanto anhelo...

Pero mira que somos...; se nos ha dicho por activa y por pasiva que la felicidad está aquí mismo.

En la pura vivencia de este transcurrir del tiempo presente

Pero no nos lo acabamos de creer, pero ¿por qué no nos lo acabamos de creer?

Por que tenemos miedo, amigos.

Miedo a los sentimientos acumulados a lo largo del tiempo, dolores que podrían actualizase justo en el momento presente.

Pensamos..."tal vez cuando esté repleto de la felicidad que me proporcione lo que tanto anhelo todo ese dolor acumulado se podrá esfumar de una santa vez".

Pero eso no pasa.

Hagámonos cargo de todo ello mientras olemos una flor, mientras la olemos intensamente, tanto que nos llegamos a convertir en ese olor. Y lo mismo con el resto de los sentidos que nos colocan justo en el ahora.

Dejemos fluir todo nuestro inconsciente. Confiemos en él y dejemos que todas las heridas se diluyan en una mirada, una música, un olor, el tacto de mi propia piel...(a falta de otra) etc.

Rafael San Andrés Renedo

"Yo como sujeto", "Yo como objeto" y "Yo como experiencia"



Una vez le escuché a alguien decir..." Yo soy mi cuerpo ".

Me quedé un rato pensando...pero hombre, si digo que yo soy mi...lo que sea, yo tendré que ser ese "alguien" que posee ese cuerpo, por ejemplo el que echando un vistazo a mi cuerpo exclama:

" Oh, cielos, éste no es el cuerpo que a mi me gustaría tener ".

Entonces eché un vistazo a mis emociones... ¿seré yo eso? ¿mis emociones?

Y pensé..."No puede ser" yo debo ser quien está ya hasta el moño de sentirse a veces como se siente, quienquiera que sea yo, ese yo es alguien que quiere sentirse mejor".

Veamos ¿y mis capacidades mentales? ¿mi inteligencia? ¿seré yo las capacidades cognitivas que tenga? ¿lo que me hace pensar?

No, definitivamente no, he sufrido demasiado con mis limitaciones. En todo caso debo ser quien quisiera ser más capaz, más perspicaz. Además esas capacidades es algo que yo poseo, así que yo tendré que ser el dueño de todas estas características o atributos que me están dando más dolores de cabeza que otra cosa.

Así que muy en el fondo yo soy, sobre todo, quien padece todas estas imperfecciones. Soy un deseo infinito de amor, poder y libertad; y todo junto, por muy incompatible que pudiera parecer, "alguien" para quien todas esas cosas que he mencionado al principio (cuerpo, emociones, inteligencia etc.) no serian más que limitaciones.

Ahora estamos hablando del "Yo como sujeto", el que padece todas esas limitaciones del "Yo como objeto", o sea, todo lo mencionado más arriba, mis capacidades, identidad, historia, propiedades y atributos psicológicos y físicos que poseo, todo lo cual seria insuficiente para aplacar la sed de infinitud, de libertad, amor y poder absolutos, propios de lo que he dado en llamar "Yo como sujeto", el espíritu, si ustedes lo quieren llamar así.

Este es el "Yo como sujeto", un yo que, por los actuales datos científicos, parecería correlacionarse con el funcionamiento de los lóbulos prefrontales del cerebro y no podría ser percibido directamente sino solamente a través de sus capacidades, seria como un "ojo" que ve lo que ve pero no puede verse a si mismo.

Extendiéndonos un poco más en el concepto de "Yo como objeto", yo soy alguien que se llama como se llama y tiene una historia. Es la memoria de mi mismo, de mi cuerpo a lo largo del tiempo y mis experiencias pasadas.

Entonces...yo soy esto último también, el "Yo como objeto", todas las limitaciones mencionadas al principio. Sí, como objeto, ya que en el fondo este "yo" son estructuras de conocimiento, el cuerpo, capacidades y autoconcepto, insertado todo ello en el cerebro, parte en la corteza cerebral que representa el esquema corporal y parte en la memoria que se aloja primeramente en las profundidades del cerebro, en el hipocampo, y en el neocortex después.

El "Yo como objeto" vendría a ser la actualización de todo nuestro pasado, biológico y psicológico, en el presente.

Pero también soy un "yo experiencial", el "Yo como experiencia", justo este ente que está escribiendo; que es consciente en este mismo momento; que ve la pantalla y las letras correr mientras escribe; que siente como siente en el momento presente, que lo recorre como un surfista que no tiene en este mundo otra cosa más que la tabla y la ola que le arrastra, olvidado de sí mismo y de su historia, momento cumbre que nos conecta con el ahora mismo. Soy los colores y formas que inundan mi visión, mi vista. Los sonidos que escucho, cercanos y lejanos, mi propio peso, aquello que perciba en este momento de mi propio cuerpo, y un recuerdo...un recuerdo...un recuerdo...

Abandono inconscientemente mi yo experiencial (Yo como experiencia) y un nuevo personaje surge en escena. El peso del pasado, mi "Yo como objeto" y el sufrimiento; sufrimiento de no ser lo que deseo; el "Yo como sujeto", las ansias de amor, poder y libertad infinitos.


Rafael San Andrés Renedo

¿Existe el libre albedrío?


Si nos tomamos en serio los presupuestos de la ciencia, tendríamos que ser rigurosamente deterministas; y yo mismo, fascinado por ese punto de vista, lo he sido durante mucho tiempo, negando el libre albedrío y creyendo a pies juntillas en que éste no era más que una simple ilusión.

Pero parece ser que no es tanto así. Es evidente que estamos dotados de un organismo, regido por su sistema nervioso, el cual nos hace capaces de prever las cosas, de evitar peligros y de buscar insaciablemente lo que más deseamos, siendo capaces de conseguirlo en cierta medida.

Como he explicado en otra ocasión, somos todos un organismo en proceso y en ese organismo cabe detectar varios fenómenos a los que podemos denominar "yo".

Cuando decimos "yo", nos podemos referir a nuestro cuerpo, nuestro nombre y la historia que nos hacemos de nosotros mismos. Algo, en sí, construido de manera un tanto artificial. De hecho nos podríamos cambiar nuestro propio nombre y variar u olvidar nuestra propia historia.

En fin, este último aspecto del yo es algo que está ahí, es como un objeto, el cual puede ser de una u otra manera, puede variar, o incluso desaparecer, como les pasa a quienes tienen la desgracia de sufrir la enfermedad de Alzheimer.

Es por eso que yo le llamo el "Yo como objeto"

Este "Yo" no decide nada, está ahí, a merced de otro "Yo", del "Yo como sujeto" que es el portador del deseo infinito de amor, poder y libertad.

Este último "Yo", el "Yo como sujeto" es el que nos convierte en agentes, esa parte de nosotros mismos capaz de mirar hacia el futuro y hacer los reajustes y planes necesarios para que el "Yo como experiencia", esa parte de nosotros, testigo del presente, pase a un estado mejor, más deseable más adelante en el tiempo.

Pero el "Yo como experiencia" no es lo mismo que el "Yo como sujeto", el "Yo como experiencia" somos nosotros en este mismo instante, este yo consciente de lo que va ocurriendo en nuestro mundo segundo a segundo.

De alguna manera, decir que tenemos varios "Yoes" vendría a decir que en realidad no hay ningún "Yo" consistente dentro de nosotros. Somos una maquinaria que desea, una maquinaria loca que dispone de unas maravillosas capacidades para evitar peligros e intentar conseguir todo aquello que deseamos, todo aquello que nuestro "Yo como sujeto" se proponga, no sólo para evitar peligros, sino para sobrevivir e intentar ser todo lo más feliz posible, estableciéndose una metas, de acuerdo con unos valores.

Sí, amigos, somos libres de crearnos todo un mundo de valores y formas por las que creemos que podemos dar satisfacción a nuestro "Yo como sujeto", es decir, a ese anhelo interno, insaciable, de amor, poder y libertad.

Somos todo lo libres que podemos ser gracias a que somos un agente capaz de establecerse los objetivos que cada uno considere, siempre como base de todos ellos, la propia supervivencia.

¿ Estamos determinados ? sí, en su mayor parte.

¿ Disfrutamos de alguna libertad, es decir, tenemos libre albedrío ? también.

Y esa es la gran creación de un Universo ininteligible que es capaz de producir criaturas como nosotros.


Rafael San Andrés Renedo

viernes, 11 de marzo de 2011

Sueños lúcidos



Este es un fenómeno extraordianariamente interesante al que , según mi opinión, no se le ha prestado la suficiente atención.

Un sueño lúcido se produce en el momento el que una persona se da cuenta de que está soñando y, a partir de ese momento, resulta que el sueño se vive de forma diferente.

Sigue siendo un sueño, pero se vive con más intensidad y se añade a él una característica extraordinaria.

A partir de ese momento, la persona que está soñando, toma el control del sueño, siendo capaz de dirigir la atención. Las facultades ejecutivas del individuo se actualizan.

Estas facultades ejecutivas son las que dirigen la atención, son capaces de llevar a cabo planes con arreglo a unas metas e inician la acción. Es parte de lo que hemos denominado el "Yo como sujeto".

El "Yo como experiencia" es esa parte de nosotros que percibe el presente a través de la consciencia; es lo que está ocurriendo, por ejemplo, mientras estamos viviendo un sueño normal

Fíjense que en un sueño normal está presente el "Yo como experiencia" y en el sueño lúcido, parece añadirse a él el "Yo como sujeto".

Este es un caso en el que se demuestra que podemos hacer una distinción real entre dos de los tipos de "Yo" descritos en las anteriores entradas.

Veremos al final que nos vemos obligados a concluir que la idea de un "Yo" fundamental, único, no existe.

De hecho, cuando decimos "Yo", nos podemos estar refiriendo a cosas diferentes, y lo más común es que nos refiramos al "Yo como objeto", el cual es tal vez el más frágil y menos decisivo para la vida del agente ("Yo como sujeto") que es consciente del momento presente ("Yo como experiencia").

El "Yo como objeto" es lo que solemos decir cuando nos preguntan quién somos; nuestro nombre, procedencia, residencia, profesión y detalles de nuestra propia historia.

Veremos ejemplos en los que el "Yo como objeto" se presenta disociado de los otros dos conceptos de "Yo" descritos.

Rafael San Andrés Renedo

Experiencias extracorpóreas



La Humanidad ha sido testigo desde siempre de fenómenos extraordinarios, como lo son las experiencias extracorporales, también llamados viajes astrales en ambientes dados al estudio de lo paranormal.

Es uno de los fenómenos más impresionantes y al parecer mucho más frecuente de lo que creemos.

Es la experiencia de salir del propio cuerpo de manera que una parte de nosotros mismos, una especie del ser más o menos etéreo, lo mira (al propio cuerpo), frecuentemente desde arriba.

Se suele producir en accidentes, tras operaciones quirurgicas, en combate, en ciertos ataques epilépticos o simplemente poco antes de dormir, entre otras muchas situaciones.

El que ocurran cosas como éstas de forma relativamente frecuente y no sólo en místicos o hechiceros bajo el efecto de ciertas drogas, ha dado lugar a la idea de que es precisamente el alma inmortal la que se separa del cuerpo temporalmente.

Es probable que sea éste el origen del concepto de alma y de ciertas concepciones de la mente.

Pero ay amigos, el caso es que en 2002 ya se pudo reproducir esta experiencia de forma artificial en el hospital universitario de Ginebra, estimulando el giro angular derecho del cerebro en una paciente epiléptica (Olaf Blanke).

Se han hallado otras localizaciones que se correlacionan con estas vivencias, y cualquiera de nosotros nos veríamos saliendo de nuestra propio cuerpo, produciéndose una disociación de nosotros mismos si nos estimularan eléctricamente el punto correcto del cerebro.

Pudríamos sentir con claridad, y con completa sensación de realidad, que salimos de nuestro cuerpo y desde arriba (que es lo más común) pudríamos observar nuestro propio cuerpo tendido en la cama (si es que en la cama iniciamos la experiencia)

¿Pero quién es el que observa? y ¿a quién observa?

Bueno, antes de nada hay que decir que ya hay varias teorías que explican estos fenómenos de forma natural sin necesidad de recurrir a explicaciones transcendentes. Pero no voy a entrar ahora en ello.

Lo que parece evidente es que ese cuerpo más o menos etéreo, el que observa al propio cuerpo, es un agente, nosotros como agente que podemos movernos y tomar iniciativas; de hecho es capaz de moverse y lo hace, y es capaz de decidir cuando se termina la experiencia, es el "Yo como sujeto", el cual está observando al "Yo como objeto", el propio cuerpo, al que identificamos por su nombre y su historia.

Una de cada diez personas informan haber vivido esta experiencia de una u otra forma.

También es descrita como una de las experiencias que tienen las personas que, por un motivo u otro, se hallan a las puertas de la muerte o que están en situación de muerte clínica.

Hay quien dice que todos nosotros seriamos capaces de vivir experiencias extracorporales de forma natural, si fuéramos adecuadamente entrenados; y hay quien llega a afirmar que, de hecho, todos hemos tenido esta experiencia por la noches, experiencia relegada a un olvido irrecuperable.

Así que estamos hablando de un fenómeno mucho más cercano y consistente de lo que tendemos a creer.

Una vez más se demuestra que hay bases para delimitar claramente lo que he denominado "Yo como sujeto" del "Yo como objeto".

En estos casos el "Yo como experiencia" va ligado al "Yo como sujeto" que es quien está presente, consciente del aquí y el ahora.

La cuestión es si hay algún indicio o casuística que nos demuestre que el "Yo como sujeto" puede desligarse del "Yo como experiencia", la pura consciencia del presente.

Esta posibilidad la veremos más adelante.


Rafael San Andrés Renedo

Consciencia sin sujeto


Ya hay una clara evidencia a través los frecuentes casos de experiencias extracorpóreas de que el "Yo como sujeto" se puede disociar del "Yo como objeto".

Por lo tanto podemos hablar de los dos tipos de "Yo" como entidades separadas.

No obstante, en los casos de experiencias extracorpóreas el "Yo como sujeto", el que observa, lleva consigo a su vez el "Yo como experiencia". Es el "Yo como sujeto", el que vive la situación, quien es el portador de la consciencia, o sea, del "Yo como experiencia"

Y lo que ahora nos preguntamos es , si podemos demostrar que también puede haber un "Yo como experiencia", pura consciencia, sin ser acompañado por el "Yo como sujeto". También veremos algún caso en el que "Yo como experiencia" se disocia del "Yo como objeto".

Para empezar, nos resulta muy difícil imaginar que en el reino animal, no humano, no exista algún tipo de consciencia, algún tipo de "Yo como experiencia". Sin embargo sólo los seres humanos podemos representarnos un futuro y hacer planes concretos para poder alcanzar, en la medida de lo posible, la realización de nuestros deseos infinitos de amor, poder y libertad, todo lo cual forma lo que hemos denominado "Yo como sujeto".

Queda claro pues, que hay en este mundo consciencia, "Yo como experiencia" carente de un "Yo como sujeto", sin sujeto (el resto de los seres vivos a parte de nosotros)

Pero... ¿podemos encontrarnos también entre nosotros, los seres humanos, consciencia sin sujeto? es decir ¿podemos encontrar disociados, como entidades distintas el "Yo como experiencia" y el "Yo como sujeto"? ¿Puede también producirse una separación entre el "Yo como experiencia" y el "Yo como objeto"?

Bueno, podemos indicar dos casos interesantes en los que esto realmente se llega a producir.

En el síndrome de Cotard y en las experiencias místicas.

El síndrome de Cotard es un trastorno psiquiatrico raro, en el que el individuo niega su propia existencia; incluso puede llegar a dejar de emplear el término "yo". Puede decir de sí mismo que es algo que no tiene ninguna utilidad y que lo pueden tirar a la basura. El no existe para sí. Lo que contempla es algo muerto sin ningún sentido. En este caso parecen presentarse, a su vez, separados el "Yo como experiencia" y el "Yo como objeto".

Evidentemente es un caso en el que hay consciencia, pero el "Yo como sujeto"" parece desaparecer completamente; pero es que el "Yo como objeto" también desaparece.

En cuanto a las experiencias místicas, a través de técnicas como la meditación, en estado de profunda relajación, el "individuo" puede llegar a perder la noción de subjetividad e incluso de la propia corporalidad.

Algunos místicos, llegan a prescindir del término "yo", o sea, del pronombre en primera persona, pareciera que se desprenden de su "Yo como sujeto". Esto es lo que tal vez pudieran llegar a alcanzar algunos monjes budistas.

Concluimos con la idea un tanto inquietante, de que no existe en realidad ningún yo único en nosotros. No poseemos ningún centro dentro de nosotros mismos, ni en el cerebro siquiera que nos indique de que somos "Alguien". No hay una coordinación estable y consistente entre nuestros tres "yoes". Estos se pueden disociar y presentarse de forma individual, aunque normalmente vivimos con esa sensación de unidad interna, de que somos alguien, porque los tres tienden a funcionar en sintonía.

Lo que es más intrigante es el "Yo como sujeto" ¿a qué viene en nosotros, animales al fin y al cabo, ese hambre infinito de amor poder y libertad? ¿es una mala pasada del proceso evolutivo? ¿o tiene algún sentido?

Rafael San Andrés Renedo

Límites del "Yo como sujeto"


El " Yo como sujeto " contiene en sí mismo, deseos que pueden tropezar unos con otros.

Sí, amigos, ¿cómo podrían satisfacerse simultanea y plenamente el amor, el poder y la libertad?

Pero no es ése el único límite a nuestros más profundos, conflictivos e insaciables deseos.

Debemos considerar también la necesidad de supervivencia de los grupos, familias, sociedades, naciones y estados, los cuales nos exigen a veces nuestro propio sacrificio, pongamos por ejemplo, como caso extremo, los kamikazes japoneses que entregaron su vida por su nación.

Hablaremos de todo esto más adelante y veremos las funciones de las neuronas espejo, origen de la empatía y formación del " nosotros ", instancia que coarta los deseos infinitos del " Yo como sujeto "

Rafael San Andrés Renedo

Conmoción y espíritu "Yo como sujeto"


Bueno, amigos, ¿ quién no sabe lo que es una conmoción ? que a uno le engañen y le dejen después en la estacada, por ejemplo.

Son cosas que sufre nuestro "Yo como objeto".

El "Yo como objeto" se cree alguien, y alguien muy importante.

Pero ya explicamos que tenemos dentro de nosotros otros dos yoes, el "Yo como sujeto" y el "Yo como experiencia".

La mayor parte del tiempo estamos centrados en el "Yo como objeto". Y el "Yo como objeto" es muy poca cosa. No obstante nos centramos en él, lo hinchamos y creemos que es grandioso y transcendente.

Si alguien nos decepciona, nos traiciona, nos engaña o hiere simplemente, oh!, como sufre nuestro "Yo como objeto"; cómo es posible, pensamos, que se le haga una cosa así a "Alguien" como nosotros.

El "Yo como sujeto" está ya harto de las tonterías del "Yo como objeto"; a este último a veces también se le denomina "Ego".

En definitiva, nos creemos muy importantes y esto lo tiene que sufrir nuestro espíritu, o sea, el "Yo como sujeto" que llevamos dentro, el cual no aspira a nada menos que al amor, poder y libertad infinitos.

Paradojicamente el "Ego" o "Yo como objeto" se cree el centro del mundo e intocable, y por otra parte no hace más que tocarle la moral al "Yo como sujeto" que llevamos dentro, o sea, repito, a nuestro espíritu.

Si le hiciéramos más caso a nuestro espíritu seguiríamos sus consejos y nos dejaríamos llevar por nuestro "Yo como experiencia" o sea, la vivencia del presente. Dejaríamos de lado esas terribles heridas narcisistas del "Yo como objeto", el cual, como digo, no es más que un incordio a esa parte más profunda de nosotros mismos que hemos dado en llamar "Yo como sujeto", el espíritu que mira desde la quietud y aspira estar en contacto con el amor, poder y libertad absolutos.

Hagamos un ejercicio de relajación profunda, desprendámonos por unos momentos de nuestro "Yo como objeto", vivamos el presente de forma intensa, o sea, démosle vida al "Yo como experiencia" y dejemos fluir esas pequeñas aflicciones de nuestro ego; pongámonos en contacto con lo realmente importante, que no es precisamente nuestro "Yo como objeto", nuestro ego o narciso que llevamos dentro y que sufre tanto por heridas que ni se ven si las miramos desde lo más alto.

Rafael San Andrés Renedo

"Yo como objeto" múltiple


Veremos que el "Yo como objeto" puede presentar en una misma persona varios modelos de identidad parciales que son beneficiosos para cada situación.

Dichos modelos cumplen diferentes funciones.

No somos la misma persona cuando vamos a un funeral que cuando estamos con los amigos por la noche. Nuestro comportamiento y lenguaje también es distinto si estamos con nuestros hijos o con nuestros padres.

Tener varios modelos de "Yo como objeto" puede ser saludable, adaptativo, y por lo tanto ventajoso, siempre que no se produzca un descontrol como el que se produce, como caso extremo, en el trastorno por personalidad múltiple.

En cualquier caso el "Yo como sujeto" es siempre el mismo, y saldrá perjudicado con los errores, excesos o conductas regresivas que pudiera presentar cada "Yo como objeto"

Rafael San Andrés Renedo